Hermandad de Ntra. Sra. de la Hermosa    

           Septiembre 2008. Fuente de Cantos

 
         
 

PATRONA DE FUENTE DE CANTOS

Fuente de Cantos, 2 de septiembre de 2007

 

 

Pregón de las fiestas

de la Virgen de la Hermosa

 

FRANCISCO LUIS IGLESIAS MIRANDA

Pregonero año 2007

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Estimados sacerdotes, religiosas, autoridades, Hermano Mayor, Junta de Gobierno y Hermanos de la Cofradía de Nuestra Señora de la Hermosa, queridos paisanos.

 

Hace ya tiempo que Paco Miranda, mi tío Paco y mi padrino, me propuso ser el pregonero de estas Fiestas, acepté sin dudarlo ni un solo momento, aunque sin ser consciente de la gran responsabilidad que suponía. Soy como se dice en este pueblo un muchacho “mu aparente”. Lo cierto es que cada vez que se acercaba más el momento me daba cuenta de la osadía que había cometido por ser un honor que mi persona no merece.

 

Hoy, aquí, tomo el relevo de importantes personajes de Fuente de Cantos, de personas que realmente si han merecido estar aquí, pero el testigo, en mi caso, me lo entrega directamente mi padre, pregonero de las Fiestas de la Hermosa en 1989. Entonces yo era un adolescente de 15 años, que como en tantos veranos había disfrutado de las calles de este pueblo, del Jubileo, también de algún estudio vigilado en el colegio de los Padres, y que ponía el fin a esas vacaciones escuchando con orgullo las palabras que mi padre dirigía a su pueblo natal.

 

La responsabilidad es grande, aunque es todavía más grande el deseo de que mi padre se sienta hoy la mitad de orgulloso de lo que yo me siento siempre por ser su hijo.

 

Soy hijo de Valentín Iglesias y de Carmen Miranda, dos fuentecanteños de pura cepa, soy nieto de Bibiana y de Valentín, de Evarista y de José Antonio, todos ellos de Fuente de Cantos, y aunque me he criado fuera de este pueblo, mi vida ha estado siempre unida a él, a su gente, a sus calles, a sus fiestas y por supuesto a su Patrona, Nuestra Señora de la Hermosa.

 

Lo que me une a Fuente de Cantos, lo que me ha enseñado a quererlo, es mi familia, desde pequeño he ido adentrándome en las historias que los mayores me contaban de mis antepasados, de como salieron adelante, de como se cuidaban y como se querían, hasta de como discutían, de los grandes momentos de celebración y de los momentos tristes, y en todo momento tu Divina Presencia.

 

Delante de Ti, Señora se consagró el matrimonio de mis padres,

delante de Ti, Señora tomé por primera vez el Cuerpo de Cristo,

delante de Ti, Señora he llorado la ausencia de aquellos que me dejaron huella profunda y hermosa,

hasta tu ermita acudí con mi mujer para hablarle de mis raíces,

y para darte las gracias por haber recibido el mejor de los regalos:

la esposa con la que quiero compartir el resto del camino,

la madre de mi hijo, que con tanto amor te presentamos el pasado septiembre.

Te pido Señora que estés presente en sus vidas.

 

La historia de una familia es la de cada uno de sus miembros, de las relaciones entre ellos, y del lugar donde todo esto ocurre, la historia de mi familia está en Fuente de Cantos.

 

Dijo Juan Pablo II que la familia es base de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden por vez primera los valores que les guían durante toda su vida.

 

Es el primer entorno de influencia en toda persona, y también el más decisivo en su desarrollo, en familia adquirimos los pilares que sustentan nuestra vida y que sirven para seguir creando familia, es la referencia constante y segura con la que todos contamos o deberíamos contar.

 

Mi trabajo como mediador es ayudar a familias que están en crisis, que sufren un proceso de cambio en la estructura que inicialmente escogieron como válida pero que no lo ha sido.

 

Este trabajo es un continuo aprendizaje, no sólo cada persona es única, cada familia es única; los valores, las creencias, la organización de una familia no es válida para otra, aunque a priori puedan tener una misma forma, o una forma parecida.

 

Según un proverbio africano la familia es como un bosque: desde fuera sólo se ve su densidad, desde dentro cada miembro tiene su función, por mi trabajo me toca introducirme en el bosque, comprender cada sistema sin juzgarlo, sin que mi concepto personal, consecuencia de mi educación, mi familia de origen o la que ahora formo junto a mi mujer y mi hijo, sea impuesto.

 

Vivimos tiempos de cambios vertiginosos, y esto ha afectado a todas las estructuras sociales, incluyendo a la familia, poco  tiene que ver como se relacionaban nuestros abuelos con sus padres a como es la relación ahora entre padres e hijos, forma de relacionarse que hace un siglo sería incompresible e inaceptable. Las formas de familia se han diversificado, han dado cabida a valores antes escondidos o poco comunes, y se han generado estructuras diferentes a lo que entendemos por familia tradicional o familia nuclear, eso sí, la esencia de ser un marco de referencia sólido para sus miembros de forma indefinida e incondicional existe en todo tipo de familia, sus funciones más básicas y elementales se mantienen, por lo que debemos respetar cada forma de entender la familia.

 

Respeto y tolerancia son valores que debemos inculcar a nuestros  hijos, por su propio bien y el de toda la comunidad.

 

Para que una familia cumpla con sus funciones necesita pilares sólidos. Cualquier institución importante tiene importantes pilares que la sustentan. La Iglesia Católica, la gran familia que formamos, te tiene a Ti, Virgen Hermosa.

 

“Hijo, ahí tienes a tu madre.”

 

En la sencillez de esta frase se encuentra la grandeza de haberte convertido en Madre de todos nosotros, fruto de la infinita generosidad del amor de Dios.

 

La serenidad de tu rostro nos acoge en todos los momentos de nuestra vida, cuando triunfamos, cuando fracasamos, cuando estamos alegres o preocupados, e incluso cuando no nos comportamos como buenos hijos. Acudir a Ti reconforta.

 

 

Virgen Santa, Virgen Pura,

vida, esperanza y dulzura,

del alma que en confía.

Madre de Dios, Madre mía.

Mientras mi vida alentare

todo mi amor para Ti,

mas si mi amor te olvidare

Tu no te olvides de mi.

 

Estos versos que todos conocéis forman parte de los recuerdos de  mi infancia, junto a mi madre, de su mano o abrazado a sus piernas, escuchaba con admiración la ternura con la que ella te cantaba.

 

Todos nos volvemos niños al lado de nuestra madre, lo que nos es entregado en los primeros años de vida por ella se mantiene fuerte con el paso del tiempo, y es que el amor cuando es tan puro como el amor de una madre, está lleno de cariño y ternura, de absoluta incondicionalidad, de aceptación y admiración, de generosidad, del buen consejo, de la mejor escucha, del abrazo y la sonrisa para compartir la alegría, de la palabra más dulce para las lágrimas más amargas, no existe un lugar más acogedor que su regazo.

 

Amar a una madre no es una obligación, es devoción. Devoción que nace de todo lo que esperamos de ella y nos es devuelto con creces, sin pedir nada a cambio.

 

Cuenta la leyenda que un labrador, trabajando en el campo, encontró la imagen de la Virgen María con el Niño Jesús sobre las rodillas y al descubrirla exclamó: “¡Qué Hermosa!”

 

La primera imagen de Nuestra Señora de la Hermosa, de finales del siglo XIII y de estilo gótico, se conoce como La Aparecida, además de la leyenda de su aparición existen otras, como la que cuenta que en una ocasión, en la que trataron de desprender al Niño de la imagen, al cortar la mano que lo sujetaba a la altura de la muñeca, ésta empezó a sangrar lo que hizo que se desestimase la intención de separarlos. La imagen ha sido restaurada en varias ocasiones, la última restauración finalizó en marzo de 1993, desde entonces está expuesta en el altar que está a la entrada de la ermita a mano izquierda, de forma que todos podemos admirar esta obra de arte, ya que antes de ser restaurada se ha conservado muchos años en un rincón del camarín de la actual imagen de Nuestra Señora de la Hermosa.

 

Esta imagen, la actual, tiene el rostro aniñado, es de tonos suaves y nacarados, es propia del barroco español, data del siglo XVIII, y su autor es desconocido, la imagen sostiene en su brazo izquierdo a Jesús Niño. Reconozco que no soy ningún entendido en la materia pero creo que de esta imagen son destacables sus delicadas manos, transmiten tanta serenidad como su cara, pero además son acogedoras, parecen esperar a abrazar a todo el que se acerca a Ella.

 

Esta hermosura es adornada con distintos trajes o sayas y mantos, la  última saya fue regalada por el Hermano Mayor de la Hermandad, Paco Miranda y por su esposa, Mari Carmen Cid, el 8 de julio de 2006 con motivo del casamiento de su hija pequeña Ana María con José María Carrasco. También en julio de 2006, la Virgen recibió como regalo la tela para un manto, una donación anónima, que posteriormente fue confeccionado por la Asociación de Mujeres de Fuente de Cantos.

 

Entre todos los mantos hay uno para mi especial, aquel que en 1959, bajo la dirección de la Hermana Eucaristía, superiora de las Misioneras de la Doctrina Cristiana entonces, bordaron en seda y oro fino las hijas de Fuente de Cantos. Unas de las manos que bordaron ese manto fueron las de mi madre, las mismas manos que sigo necesitando como cuando era niño para dar un paso con seguridad.

 

Todos queremos a la Madre, pero no todos la cuidamos de igual manera, como hijo quiero darle las gracias a las Hermanas Misioneras de la Doctrina Cristiana, que en 2008 cumplirán 80 años a cargo de esta ermita, a la Hermandad de la Hermosa, a su Junta Directiva y en especial a su Hermano Mayor, siempre al servicio de Nuestra Señora, a las camareras de la Virgen que cuidan de Ella con tanto mimo durante todo el año, y en estos días a los costaleros que rezando en silencio sacan a La Hermosa a la calle para dar luz divina al pueblo de Fuente de Cantos.

 

Son muchos los actos que se celebran estos días en honor a nuestra Patrona, entre otros la novena, este pregón, los fuegos artificiales, la tradicional puja, pero el día grande, sin duda, será el próximo sábado 8 de septiembre, día de Nuestra Señora de la Hermosa, un año más los fuentecanteños te esperan en sus calles, engalanadas para la fiesta, abarrotadas a tu paso, paso que deja olor a nardos y a claveles, pero sobre todo nos deja llenos de emociones, de ojos empañados, de deseos y esperanzas, de recuerdos, de cantos, de plegarias.

 

Este año, como tantos años, Virgen de la Hermosa, te estaré esperando a la puerta de tu ermita, nervioso y emocionado por ver tu cara divina, por ver tus manos, por sentir tu abrazo.

 

Para terminar, he tomado prestado parte de una poesía de un ilustre extremeño, Luís Chamizo, que describe perfectamente lo que he sentido preparando este pregón, lo que he sentido hoy:

 

Salve, Reina del Cielo,

Divina Inmaculada:

Yo he venido a decirte mis sentires;

he venido a rezarte una plegaria;

y en el solemne instante

de ofrendar el perfume de mi alma,

hinchan mi corazón los sentimientos,

luchan a flor de labios las palabras,

queriendo salir juntas

a prorrumpir en himnos de alabanzas;

y dulces, temblorosas,

pero sentidas, cálidas

van brotando una a una

las que dicen Amor, Vida, Esperanza,

Reina, Virgen y Madre,

Pura, Limpia, Divina, Inmaculada;

consuelo del que llora,;

amor de los que aman;

vida de los que mueren

bajo el palio de ensueños de tus alas...

Yo no sé qué decirte;

yo no sé que me pasa

que al brotar se atropellan mis ideas

y se ahoga la voz en mi garganta

y el fuego de mi loca fantasía

me quema las entrañas.

Yo no sé que decirte...

 

Gracias por acudir hasta aquí, por vuestra generosa escucha, felices fiestas a todos y...como no sé que decirle creo que sólo puedo decir:

 

¡VIVA LA VIRGEN DE LA HERMOSA!