Hermandad de Ntra. Sra. de la Hermosa    

           Septiembre 2011. Fuente de Cantos

 
 

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Experiencia de misión

 

José Antonio Rodríguez Conde

Estudiante Seminarista de España

Misionero de La Preciosa Sangre. C. PP. S.

Provincia Ibérica

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             Escribo desde Guatemala, con un pequeño resumen de las 3 semanas que hemos pasado en Tucurú, Alta Verapaz, Guatemala.

 

La realidad

 

            Hemos pasado 3 semanas en Tucurú, en el departamento de Alta Verapaz de Guatemala. Es una zona de idioma ketchí y algo de español, con una mezcla de personas de origen indígena (mayoritariamente) y “castellanos”. Es una zona pobre. Se articula en torno al pueblo de Tucurú, donde está el mercado. En las montañas están las comunidades, cuya forma de vida es fundamentalmente el trabajo como jornaleros en fincas, algunos animales en la casa. Hay una población infantil importante.

            Religiosamente predomina el catolicismo, con la presencia de numerosas iglesias evangélicas, cuya implantación varía de una comunidad a otra. Pertenecientes a las parroquias figuran 8 comunidades en torno al pueblo y 70 en la zona montañosa. Para atender a esta población están presentes dos sacerdotes CPPS (Marco Tulio y Rony). Además hay una comunidad de las Hijas de la Caridad, que atienden a unas 10 jóvenes que estudian Básico o Magisterio.

            Muchos jóvenes no estudian más allá de 3º Básico aprox. Por no poder pagar o ser necesario su trabajo con la familia. Los que pueden permitírselo o consiguen alguna beca o ayuda, la mayoría estudian Magisterio en el pueblo. Al terminar los estudios, en la edad que sea, lo “normal” es buscar pareja (“unirse”) y tener hijos al poco tiempo, a menudo antes de los 18 años. Los que retrasan la edad de unión y formación de la familia, normalmente es porque estudian, lo que facilita una nueva visión de la vida y mayores posibilidades para el futuro. Algunos jóvenes emigran a la capital o Estados Unidos.

            Por otro lado, la situación de la Sanidad es bastante deplorable y a veces se han dado situaciones en que el centro de salud no tenía ni aspirinas. Es habitual que la población recurra a curanderos, a remedios caseros tradicionales, o a ninguna vía.

 

La misión

            Nos hemos dividido por parejas para ir visitando unas 32 comunidades. Yo fui con Víctor Chen a visitar 5 comunidades: Chicobán, Cantón La Playa, San Gaspar Tambayal, Pueblo de Tucurú y San Pablo Galilea, las 5 comunidades más cercanas al pueblo. La labor principal ha sido la de visitar a las personas en sus casas junto a algunos parroquianos de la comunidad, conocer la comunidad allí presente, organizar algunas celebraciones de la Palabra y encuentros con niños y jóvenes. En algunos casos las casas estaban muy cercanas entre sí, en otros había que caminar bastante, por terrenos enlodados. El clima ha sido caluroso y lluvioso.

            Es difícil hacer un resumen de la experiencia. Me gustaría, más bien enumerar, a modo de mosaico, algunas experiencias que me han parecido significativas de lo que he presenciado:

 

  •     El catequista Miguel entusiasmando a su comunidad de Chicobán

 

  •     Otro catequista “abroncando” a su comunidad

 

  •     Una comunidad bien organizada y coordinada

 

  •    Una chica sonriente en nuestras actividades. Cuando la visitamos en su casa, yo esperaba encontrarme una familia feliz y maravillosa. Lo que encontramos fue una madre muy pobre que vive en el terreno de su hermano, con muchas dificultades para sacar adelante a sus hijos. ¿De dónde saca la niña su felicidad? ¿Cómo se construye felicidad en la adversidad?

 

  •     Preguntamos a los niños qué quieren ser de mayores. Uno dice “policía”, otro dice “soldado”, un tercero dice “narco”. ¡Madre de Dios! ¡Qué sociedad...! Por un lado, qué afianzado está el militarismo; por otro, qué normalizada está la posibilidad de ser narco en el futuro. ¿Qué le ven de atractiva a esa vía? ¿Será porque las demás vías tienen pocas posibilidades de futuro?

 

  •     La mayoría de niños y niñas quieren ser médicos, enfermeras, maestr@s.

 

  •     Una mujer enferma a la que visitamos lleva tumbada en una cama 3 años.

 

  •     Un hombre viudo y enfermo, (des)cuidado por una hija de 14 años con la que vive y hablamos. No hay Servicios Sociales que atiendan a este hombre. Él nos pide que le volvamos a visitar y hablemos con su hija. Lo hacemos. Tras hablar con ella, dice que va a ser más atenta con su padre.

 

  •     Hay muchas casas construidas con palos y láminas metálicas (tejado), sin electricidad y con cortes de agua frecuentes. A mayor lejanía del pueblo, más pobreza.

 

  •     Un hombre nos habla de su pasado con el alcohol, de la ruina económica que le provocó y del deseo que tiene de recuperarse. Ya lleva varios meses sin tomar.

 

  •    Varias personas que nos recibían para orar tienen, en un rincón de una casa muy pequeña y humilde, su rinconcito de oración, con alguna imagen de la virgen y/o Cristo. Tienen una “cesta” donde colocan el incienso, que es muy utilizado aquí, para simbolizar (creo) la llegada de la oración de las personas hacia Dios, además de crear un cierto ambiente orante, de silencio, de preparación de la persona para comunicarse con Dios.

 

  •     Una comunidad que “dependía” de una monja que se fue; ahora están algo desorientados.

 

  •     Junto a la comunidad de las Hijas de la Caridad viven unas estudiantes que oran separadas de ellas; no quieren hacer la Liturgia de las Horas, sino orar de otra manera más libre y espontánea, con música.

 

  •     Mi amigo Tobías (joven laico) vuelve a Tucurú porque quiere reencontrarse con las comunidades con las que compartió misión el año pasado.

 

  •    Una niña tiene un ojo mal y cada vez que nos mira, se lo tapa, avergonzada. Cada vez que yo la miraba, intentaba simplemente sonreírla, para que no se avergonzara, para que encontrara a una persona que no la juzga ni se burla. Creo que algo avancé.

 

  •    Margarita, mujer laica, acoge a jóvenes en su casa de modo altruista, algunas de ellas embarazadas (y me imagino que con alguna dificultad para reencontrarse con su familia).

 

  •     El misionero CPPS Rony pasa sus horas aprendiendo el idioma ketchí, para comunicarse y compartir más y mejor con su pueblo.

 

  •    Marco Tulio CPPS hace homilías con pasión y su traductor, el catequista Antonio, trasmite esa misma pasión.

 

  •     Javier nos habla sobre su formación socio-política en los 80 (años duros en Guatemala, años de dictadura y persecución de políticos, sindicalistas y católicos de orientación social) con el trabajo social por la tierra, ahora “deshecho”, la organización de comunidades luchadoras y concienciadoras, su visión de la realidad, los riesgos asumidos, la realidad de los asentamientos en las fincas.

 

  •    Voy tomando conciencia de mis frecuentes despistes, de mi torpeza para memorizar personas y lugares.

 

  •    Hemos realizado una agotadora actividad con los niños, juegos, brincos, teatros, les hemos invitado a escribir una carta personal a Jesús.

 

  •     Una señora, durante la oración, lloró amargamente recordando a su difunta madre. Imploraba al “manto divino de Jesús”.

 

  •    Tras finalizar nuestra estancia en Cantón La Playa, la comunidad, con Vilma a la cabeza (una mujer maestra que, según palabras de su madre, ahora quiere vivir su fe cristiana con más fuerza) nos regalan cosas para la misión: un morral (bolso artesano), unos calzoncillos y unos calcetines. Resultó ser providencial porque en Tambayal algo de mi ropa desapareció.

 

  •     Desarrollamos una actividad conjunta con jóvenes ketchíes (estudiantes que viven con las Hijas de la Caridad) y ladinas, acerca de la solidaridad. Las primeras eran más tímidas y las otras más participativas. Después supimos que la Pastoral con ketchíes y con castellanos funcionan por separado.

 

  •     Un chico de 16 años de Tambayal nos estuvo acompañando todo el tiempo a visitar familias. Es amigo de Marco Tulio (¿y quizá un futuro misionero? ).

 

  •     Su hermana se dispuso a prepararnos algo de comida. La hospitalidad de todas las personas que nos han acogido en sus casas ha sido algo sencillamente maravilloso. ¡Cuántas veces he pensado “a éstos son a los que nuestra simpática Ley de Extranjería expulsa diariamente...”!

 

  •      Acabábamos el día hipersudados, con el calor y las caminatas.

 

  •    Unos jóvenes representaron la bienaventuranza “Bienaventurados los que lloran porque serán consolados”, presentando a unos jóvenes llorando tras una pelea. Tras una explicación, lo representaron de nuevo, colocando a Jesús como mediador y conciliador. Señal de que han comprendido la bienaventuranza.

 

  •    Pasamos una noche durmiendo en los bancos de la iglesia. Fue relativamente bien, pese a la incomodidad.

 

  •     Parte de mi ropa desapareció.

 

  •    Estuvimos varios días visitando al maestro Hugo, que se había caído de un árbol. Estaba con dolores y algo bajo de ánimo por sentirse impotente, débil, necesitado de cariño y compañía. Hicimos una celebración de la Palabra en su casa con personas castellanas y ketchíes, integradora y emocionante.

 

  •     Los jóvenes del pueblo no aparecieron en el encuentro al que se les invitó.

 

  •     Los encuentros con los niños y el desarrollo de dinámicas fue bueno, con gran participación y ganas de hacer cosas, sed, ánimo.

 

  •     El catequista de San Pablo Galilea viene a recogernos a la parroquia a las 6 a.m.

 

  •    Cuando llegamos a la comunidad, mucha gente nos mira con ojos deseosos, de esperarnos con mucha ilusión, como esperando a alguien grande, largamente esperado.

 

  •    En San Pablo Galilea hay un gran equipo de visitantes a las familias, dedicando todo el tiempo necesario. Consideran el tiempo para la gente, para las visitas, con gran entrega.

 

  •     Los niños y jóvenes muestran un alto entusiasmo por las dinámicas que proponemos y hacemos. Ponen bastante atención a lo que hablamos, aunque a veces no entiendan lo que les explicamos o les cueste dramatizarlo, encontrar situaciones en su vida donde vivan eso.

 

 

  •     Un hombre que dejó el alcohol (en Cantón) se emociona cuando lo visitamos. Otro hombre (Jorge), también con problemas de alcohol, acogedor. Su mujer Herminia participó en la oración en la casa, valorando la formación religiosa para los hijos y para “ir al buen camino”.

 

  •    Visitamos a una familia que, según nos dicen, necesita que “la levanten”. Me toca leer y predicar. Elijo Mc 10, 46-52 (curación de Bartimeo). Hago lo mismo con otra familia con problemas de alcohol. Con un hombre desanimado, escojo la parábola del hijo pródigo.

 

  •     Un hombre viudo y solo, es uno de los miembros más alegres y participativos de la comunidad.

 

  •     Entre los visitantes está un jovencito.

 

  •    Todos los jóvenes, en la celebración y después, se ponen a bailar el canto “Lain aj misionero” y el himno de las misiones populares.

 

  •     Caminando por el lodo, yo parezco el que más riesgo de resbalar y caer tiene. Un niño pequeño me acompaña y agarra para que no me caiga y está pendiente de mí.

 

  •    Víctor es un compañero con un sentido del humor especial, con mucha precisión en lo que hace, con cuidado a los detalles y atención a la liturgia.

 

  •    Cuando la gente ora, pide mil cosas. Yo me uno a la oración de todos y “aprendo” a pedir, especialmente por el pueblo.

 

  •    Me voy soltando en las reflexiones del Evangelio, gesticulando, teniendo en cuenta (algo de) la realidad de la gente.

 

  •    Siento el deseo de ver a Dios en la gente y la realidad que me rodea, búsqueda del Reino de Dios en medio de la sencillez.

 

  •    Siento deseo de cimentar la comunidad y la sensibilidad social en medio de la realidad que voy conociendo.

 

  •    Sensación de “hay tanto trabajo por hacer, tanta gente deseosa de escuchar y vivir una Buena Nueva”.

 

  •    Los catequistas, formados con el apoyo de la parroquia y dinero de la provincia (de Cincinnati) tienen aquí un papel fundamental: pueden ser grandes instrumentos al servicio de la gente y el pueblo, o pueden imbuirse de influencia y poder para fundar una iglesia evangélica. De todo hay.                                                                                                                                             

 

 

 

 

 

              

                    Un abrazo.