Hermandad de Ntra. Sra. de la Hermosa    

           Septiembre 2011. Fuente de Cantos

 
 

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De parte de la vida

 

Ricardo Bermejo Álvarez

(Premio Internacional de Poesía "Fundación Jesús Serra" 2011

Grupo Catalana Occidente  & Ayuntamiento de Palafrugell)

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Para Francisca Álvarez Antúnez, tita Paca, in memóriam.

 

Cuando chiquita, tenía que contarle

todos los días el cuento de cuando ella fuera vieja:

<<Mi Rosita ya tiene ochenta años>>... y siempre así.

 

F.G. Lorca

 

 

 

 

Aunque no estás, hablemos. Digámonos lo mucho

que llega a dar de sí el silencio en la casa;

o de qué poco sirve regar los arriates

de la ajedrea, la yerbabuena y la albahaca,

cuando se cae el cielo, como ahora, a lo tonto,

a copos de algo tierno que ni nieva ni escampa.

 

Y por hablar, hablemos también del otro tiempo:

ese que no se tiene cuando tampoco falta;

de cómo va a arder Troya, de cuándo será el día

que las ranas críen pelo, de por qué la sustancia

del caldo la da el tuétano, de lo que vale un peine,

de lo que dura un sueño, de qué tiene importancia.

 

Fuera del tiempo tú, hablemos como nunca,

cual si diéramos cuerda a la voz ensimismada

de un corazón que pone sus motivos en hora,

o cual si, desde siempre, la vida nos hablara

con ese cuchicheo de río prodigioso

que ni nos cuenta todo ni nos oculta nada.

 

No sé si nos dijimos alguna vez lo lejos

que cae el horizonte, y que cuánto se tarda

en llegar a esos sitios que no son repentinos,

que están ahí cada día, a una incierta distancia

(quizá lo hemos hablado, pero de otra manera;

claro que sí, seguro, en otras circunstancias).

 

Lo que se tercia ahora es hablar de este asunto

que te tiene en silencio, que me estruja una lágrima,

que tanto nos concierne: a ti porque hace frío,

a mí pues no sé adónde enviarte esta bufanda;

conque mejor será que, al alimón, movamos

no un brasero de sombras sino este asombro en ascuas.

 

Y así, ya sin la prisa que el frío le mete al cuerpo,

sigamos conversando, arropados por la enagua

de una mesa camilla redonda como el mundo,

aunque no tan antigua, pero mucho más plana;

sobre todo, sigamos sin creernos del todo

que somos como somos por llevar la contraria.

Imagina que hablamos sin continencia alguna,

haciendo honor a nuestra especie estupefacta,

lo mismo del cordero de Dios y las vigilias

que de roer los huesos y mojar en las salsas;

lo mismo de los novios que se te han extraviado

que del que no te dio San Antonio de Padua.

 

Ya que no estás, hablemos de lo que da sentido

a que no estés o a estar eternamente en Babia.

Y es que hay por todas partes un no sé qué de ti,

un sol de refilón, una nube que pasa,

el triste estrago dulce de una frase inaudita:

Tú no te has hecho vieja, te ha ido faltando infancia.

 

Y porque sí que estás, aunque ya no te quejes

de tu esguince perpetuo, de tu asidua lumbalgia,

ni te tomes a pecho jarabes agridulces,

ni tengas una cita para hacerte otra placa;

hablemos, sin rodeos, de este dolor continuo

de amar tanto la vida y haberte apeado en marcha.

 

Si es por hablar, hablemos igual que hablamos solos,

lejos de habladurías, valgan las redundancias;

pues, apenas pensarlo, todo parece dicho,

todo tan claro que para qué las palabras.

Y sin embargo, ¡cuánto me duele no escucharte

hablar como quitándote un gran peso del alma!