Hermandad de Ntra. Sra. de la Hermosa    

           Septiembre 2009. Fuente de Cantos

 
 

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Otro cristo

 

Francisco Pajarón López

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     A los Misioneros de la Preciosa Sangre, en el año que el Papa Benedicto XVI,  dedica al Sacerdote de Cristo. “Ellos que están puestos para llevar a todos a la unidad del amor”. Reconocimiento y agradecimiento  a la comunidad de los Misioneros, sacerdotes valientes, generosos y altruistas, formados en la austeridad como los más grandes de la Iglesia. Para ellos que en la década de los cincuenta se presentaron en nuestro pueblo como agua limpia y cristalina, desparramando frescura y verdor, hinchando la semilla de la cultura, poniendo color en los caminos pardos, removiendo surcos para que brotara la semilla de la cultura aletargada. Sus enseñanzas, fue lo más valioso para andar los caminos de la vida.

¡GRACIAS!                           

      Siempre atento a todo y a todos. Centro de todas las miradas, expuesto a la censura, al chiste fácil.

     Si los hombres contemplaran al Sacerdote con el mismo amor que el pone en sus hermanos, descubrirían esa mirada apacible que se posa en todos con bondad, persona abierta para recibir a cuantos se le acercan. Sus oídos siempre atentos para escuchar desdichas, tristezas de los angustiados y alegrándose con los que ríen.

     Su corazón como el del Maestro, se hace lágrimas con el que llora, sus manos siempre extendidas, generosas, brindando ayuda al necesitado que no se atreve a pedir. De tanto perdonar a sus hermanos las torres de los templos se llenan de palomas blancas.

     El sacerdote es un hombre llamado por Dios para apacentar a los hijos de la Iglesia, vive en medio del mundo sin sus placeres, miembro de todas las familias sin pertenecer a ninguna, comparte sufrimientos con gran generosidad, guarda escrupulosamente todo lo que se le confía, tiene gran capacidad para perdonar las ofensas de la persona humana, “ASI COMO NOSOSTROS PERDONAMOS”.

     Persona de Dios, en constante sintonía por haber sido elegido para su servicio. El Sacerdote es “ALTER CRISTO”, otro Cristo. Por su ministerio puede ir del hombre a Dios, ofrecer sus peticiones y oraciones, regresar de Dios al hombre trasmitiendo perdón y confianza, su corazón ardiente para la caridad, suave para bendecir, mano de la misericordia de Dios, espada de su justicia, símbolo de la palabra hecha carne. “VOSOTROS SOIS LINAGE ESCOGIDO, REAL SACERDOCIO, NACION SANTA, PUEBLO ADQUIRIDO, PARA ANUNCIAR LAS ALABANZAS DE AQUEL QUE NOS HA LLAMADO DE LAS TINIEBLAS A SU ADMIRABLE LUZ” (1ª Pblo, 2,9). San Pablo compara como los miembros de la iglesia que empieza a caminar tiene un sacerdocio común como el pueblo de Israel en el Antiguo Testamento: “TAMBIEN VOSOTROS CUAL PIEDRAS VIVAS, ENTRAD EN LA CONSTRUCCION DE UN EDIFICIO ESPIRITUAL, PARA UN SACERDOCIO SANTO, PARA OFRECER SACRIFICIOS ESPIRITUALES, ACEPTOS A DIOS POR MEDIACIÓN DE JESUCRISTO” (Pablo, 1ª-4)

     El Sacerdote actúa en la persona de Cristo y perdona los pecados cometidos por el mortal que ofende a Dios. En la Misa al ofrecer el Sacrificio es el mismo Cristo el que se ofrece, y será el mismo Jesús el que perdona los pecados cuando confiesa.

     Por sus ministros Dios repite cada día el milagro de la transustanciación, el mas grande que se puede hacer en la tierra. En la debilidad humana de sus ministros Dios pone el sello sacramental de su presencia. Así lo narra S. Pablo: “LLEVAMOS ESTE TESORO EN VASIJAS DE BARRO, PARA QUE APAREZCA QUE UNA FUERZA TAN EXTRAORDINARIA ES DE DIOS  Y NO DE NOSOTROS” (Cor, 2-4,7).

     El Sacerdote por vocación es evangelizador, padre espiritual de toda su feligresía que le ha sido encomendada. Sin sacerdote la Iglesia no podría vivir la obediencia que se sitúa en el centro de su misión en la historia, al mandato del Maestro: “ID, PUES, Y HACED DISCIPULOS A TODAS LA GENTE”(Mt.28-19). “Y HACED ESTO EN CONMEMORACION MIA”(Lc.,22-19). El mandato de anunciar el Evangelio y renovar cada día el sacrificio de su cuerpo entregado y su sangre derramada para dar vida al mundo.

     Los jóvenes que quieren ser sacerdote es porque han descubierto a Jesús, han llegado al fondo de su persona, les ha tocado en lo mas profundo de su ser, se han sentido perdonados. Conocen lo  bueno del mundo, lo malo, sus falsas promesas y heridas, lo que mata y quien salva.

     Los cristianos debemos estar siempre unidos y declarar nuestro amor al sacerdocio de Cristo, defender su acción benéfica en el mundo y en la Iglesia. Su ambición llevar a Cristo y su salvación a todo hombre que llega a este mundo.

     Os quiero, Sacerdotes, me enseñasteis amar, a rezar, a respetar, vuestra presencia me da sosiego y confianza.

     Os quiero, porque cada día me alimentáis de la palabra, me dais al mismo Dios escondido en flor de harina, en cada silencio y en cada encuentro me regaláis un don de Dios. Porque me escucháis sin prisa, me aconsejáis con sabiduría, sois buenos y  amables, transmitís la virtud de la prudencia, cada día y en cada uno  descubro un tesoro que puedo comunicar a los demás.

     Os quiero porque sois necesarios en mi vida, sombra de Dios en la tierra, alivio en el dolor, trasferís la vida de la gracia por el bautismo, abrís las puerta del paraíso por el sacramento de la penitencia.

      Porque desparramáis a vuestro alrededor semillas de alegría y de optimismo.

     Porque alargáis vuestras manos, para que todos tomemos de ellas y juntos seguir adelante cada uno en su deber.

     Os quiero porque sois luz que alumbra el camino, compañero que suaviza la monotonía del viaje brindando compasión y afecto.

     Os quiero porque os quiero querer en cualquier disposición, campo de cultivo donde puedo labrar mi humanidad.

     Todos somos conscientes haber recibido desde nuestro hogar la devoción a la Virgen de la Hermosa, herencia preciosa potenciada a través del ejemplo y el testimonio de amor a María que siempre dieron los Misioneros de La Preciosa Sangre, venerándola como Madre de Dios y de la Iglesia. Enseñándonos a implorarla siempre en nuestras  contrariedades, tristezas y alegrías bajo la advocación de la Hermosa, lucero de la mañana, pétalo de rosa que acaricia nuestro rostro, alegría y sosiego de todos los fuentecanteños.

      Felices Fiestas de Nuestra Señora la Virgen de la Hermosa.